Zarza Roja
















ZARZA ROJA

Caravana del dolor!... Taciturnas golondrinas
que arribáis a los peñones de las márgenes marinas
con el ala desgarrada por el ábrego polar,
si pasasteis por la Villa que trazó Lorenzo Aldana
bajo el cielo más precioso de la tierra americana
¿que vocablo percibisteis en el muro de mi hogar?

Una noche, ya borrosa, de callado novilunio,
por recóndito anatema que pesara en mi infortunio,
me perdí en las soledades de la cruda proscripción...
¡Desde entonces, aves trémulas, en el alma, desde entonces
vengo oyendo los plañidos incesantes de unos bronces,
duros... sordos... lentos... largos...! son plegarias de panteón!

Yo también, como vosotras, fatigado aventurero
que pasea por el mundo la clorosis de Ahservero,
he temblado... y he sufrido lo que lengua no os dirá.
¡En las bárbaras arenas de la ruta de mi vida
no hay abrojo que no sepa de mi planta adolorida!...
Compañeras emigrantes, nuestra suerte ¿dónde está?

Si pasasteis en mi villa, unas tardes de verano,
si dormisteis en la torre de su templo franciscano,
si en mi calle suspirasteis al gemir de un rondador;
si sentisteis la dulzura del jilguero en la alcaparra,
si una cántiga escuchasteis, al compás de una guitarra,
¿qué trajeron vuestras alas para el mustio rimador?

Y ¿qué visteis en el patio de mi vieja casa umbrosa?
¿Reverdece todavía, con la grata zarzarrosa,
el naranjo, que mi madre cultivaba con afán?
¿Canta aún en sus ramajes olorosos el “curillo”
que en la calma de otro tiempo me enseñaba el caramillo?...
¡Frondas, tintes, aves, frutos, que mis ojos no verán!

¡Oh mis años de bohemia...! ¡Turbia época insensata!
¡Adorada, que embrujaste mis crisálidas de plata!
¡Cantinero, que me diste agrio zumo en tu alcohol! ...
¡Caro Valle del Galeras, extendido en mi amargura,
dulce tierra, que miraste mi noctámbula figura,
desdeñada y abatida, bajo el rayo de un farol ! ...

Quien pudiera en este día de abrasado sentimiento
recorrer los horizontes como el águila y el viento!
Quién pudiera en un instante a la patria regresar!
Golondrinas, la distancia, la penumbra de la ausencia,
los azares, la injusticia, la ruindad de la existencia,
si a sufrir me han amoldado, no me inducen a olvidar

!Frescos yacen en las cajas de la bóveda que escondo
aquí dentro... muy obscuro, muy horrible, muy al fondo,
los despojos que me quedan de una huella de pavor...
Yo los beso con ternura; los abrigo con mis rosas
y mis lilas; enguirnaldo con mi musgo sus baldosas
y sus sombras ilumino con mi lámpara de amor.

Cuando el tedio de las horas en mi cuarto me encarcela;
cuando el rostro de mi madre en la sien se me revela;
cuando aúlla en mi silencio la espantosa adversidad;
cuando tiendo la mirada hacia el límite lejano
y me quedo enmudecido en la playa del océano,
con el tul de los recuerdos amortajo mi orfandad...

¡Caravana del dolor! Taciturnas golondrina
que partís de los peñones a las márgenes marinas
con el ala desplegada al combate del ciclón;
si pasarais por el ciclo de la tierra colombiana,
visitad mi viejo muro... y esparcid en su ventana
estos versos, estos versos, que yo hallé en mi corazón.

Canción Lejana















CANCION LEJANA

Ayer!, ayer no más, cuando en la cuna
de aquellas cintas y de aquel bordado
miré, al fulgor de la primera luna,
el arco azul de mi volcán amado;

Cuando escuchaba el yaraví piadoso
del gorrión que madruga en mis montañas;
cuando en la huerta me sentí dichoso,
bajo el fresco arrayán, chupando cañas;

Cuando engañaba al ogro de la escuela
para turbar la paz del caserío,
ganarme al cuidador de la cancela,
coger las moras y vadear el río;

Cuando mi corazón era tan solo
un capullo vernal, sin una herida
abierta a la acritud, ajeno al dolo
y a todas las torpezas de la vida,

Yo no pensé que en el extraño suelo
por donde van los que el dolor despeña
un buitre se hallaría en cada cielo
y un escorpión audaz en cada breña... .

Nunca pude creer que en los mezquinos
senderos, que con lágrimas ardientes
han hollado los pobres peregrinos,
también tendría que apretar mis dientes...­

Hoy que tan lejos de mi patria canto;
hoy que mi cara juventud se estrena
en la lucha fatal...; hoy que mi llanto
corre también por despiadada arena,

No acierto a definir: si en esta cruda
soledad en que el ánimo declina,
¿será mejor alimentar la duda
o abatir de una vez la propia ruina?...

Silencio de panteón!... La noche finge
una caverna cruel, antro que esconde
la forma espeluznante de la esfinge
que preguntóme, con sarcasmo: -¿A dónde?...

Y sin poder lanzar ni una palabra
que más allá de mi existencia vibre,
mi lengua torpe en su conflicto labra
esta ruda canción, de tono libre.

Yo sé que ésta comarca legendaria,
cuyo blasón en su eminencia esplende,
a pesar de la rima estrafalaria,
en estas horas mi cantar entiende.

Yo he sido un bebedor; pero de linfas
con que se embriaga la princesa Anemia,
el citaredo pálido y las ninfas...
¡Oh, Castalia feliz! ¡Oh, mi bohemia!

…Y quiero a la mujer. Soy el poeta
de la desolación... ¡Soy un proscrito!;
pero busco unos senos de violeta
y unos labios que ignoren el delito...

y voy pasando así, como gitano
de grave faz, por mi camino estrecho.
No me erredra la sorna del enano...
Sé que a la cima he de llegar, derecho!

Mas siento un mordedor que me destroza,
que me habla de Chapal, de Catambuco,
de la amada gentil…de aquella choza...
y es cuando rasgán por aquí un bambuco.

Del Guáitara hacia el Plata, voy siguiendo
tras un lucero que me va engañando,
con mi alma, triste, el corazón latiendo,
la frente al suelo…y el sudor goteando.

¡Qué duro es caminar!... Morder la pena,
llorar en un estero silenciario,
dormir en el zaguán de casa ajena,
para encontrar después sólo un calvario!

Mirar desde el peñasco de la ausencia
el alma fiel de la cerrada historia...
¡Y sólo por cumplir esta demencia
de ver sobre la sien gajos de gloria!

Recibir desde lejos un pedazo
de alguna carta que el invierno viola
y saber que ese mísero retazo
es de la vieja inconsolable... y ¡sola!

¿No es esto ser varón? es ser atleta
de fuerte puño y altivez romana;
es cincelar mi excéntrica silueta
en el marfil de una canción lejana!...

Cuenca (Ecuador): 1917

En la carcel

















Con motivo de una prisión por blasfemia.

EN LA CARCEL

¿Seguiré con mi diosa incertidumbre
O adoraré mas bien mi fatalismo?
¿Serán los escalones de mi cumbre,
O será mi descenso hacia el abismo?

Yo no lo sé, mas siento que retumba
Algo que en mi interior nunca descansa;
Ayúdame! Señor, me vuelvo tumba;
Una tumba sin Fé, sin Esperanza!

¡Oh muros! Que a los viejos criminales
Contempláis renegar tras tus cerrojos
Si os preguntan después... muros brutales,
Séd testigos del llanto de mis ojos.

¡Oh muros! Que a !os viejos prisioneros
Miráis languidecer entre cadenas,
Si os preguntan después… muros groseros
no les neguéis contar mis hondas penas.

Un lucero cruzando el firmamento...
Y rozando mi sér una ala negra...
Aquí en el alma algún presentimiento,
Mi espíritu está enfermo, ya no alegra!

y soy como la frágil trinitaria
Que a la luz del crepúsculo agoniza;
Escúchame, Senor!, es la plegaria
De este labio tan yerto, sin sonrisa!

Tú lo sabes muy bien que ya contigo
Mi viacrucis moral! ¡Oh Dios Supremo!
Que en mi vida jamás yo te maldigo
Que en mi vida jamás de tí blasfemo.

Y aun cuando soy como rebelde loto
Que en la charca del mundo se agiganta,
Tú lo sabes, Señor, soy tu devoto
Porque así me enseño mi madre santa.

Oh! Mancebo Rabí que el monte asirio
También te vió llorar, mi buen judío,
­No me dejes morir... soy como el Sirio,
Que arde en la soledad de un claustro frío.

y si caigo... que en noches misteriosas,
Cuando el ástro se extingue y todo muere,
Los grillos, las cadenas, las esposas,
Me canten la canción del Miserere;

Que en la paz de estos negros calabozos
Los fantasmas que pueblan el Santuario,
Oficien mi velorio, y fervorosos,
Eleven hasta Dios algún Rosario;

Y después, que ebria sucumba,
La torpe sociedad que me patea;
Será la cárcel mi gloriosa tumba,
Sí de la cárcel brotará la idea.

Pasto: 1912

B. Santacruz

¡En voz alta!


















Ser odiado es ser admirado.
Vargas Vila.

EN VOZ ALTA!

¡Temor!... ¡Vana expresión! y en mis corajes
me asustaron los odios de serviles?
¡Nó! jamás me acobardan los ultrajes
¡Ni me arredran las furias de los viles!

¿Miedo?... ¡Y por qué! Tal vez porque mi nombre
se lo hartan sin piedad? Por eso miedo?
Bah, cuando mi alma aunque al rastrero asombre,
es retemplada en fraguas de Toledo!

¡Qué importa si mi nombre lo destrozan
ésos... que abajo el escorial tortura,
ésos... que en lodo su furor rebosan,
ésos... que nunca escalarán la altura!

Felinos de la Patria!: en mi retiro,
al apuntarme un sol... en mi destierro,
mi alto desprecio a vuestras fauces tiro,
para saber que retascáis mi hierro!

Si jamás me quebrantan las ruindades,
no me humillan las lenguas callejeras.
Nací para un erial: mis soledades!
pero nací para domar panteras!

La ignara estupidez, la plebe estulta,
nunca verá el carmín de mis mejillas...
Sé que la Envidia con tesón me insulta,
pero sé que me insulta de rodillas!


Pasto: 1907

Reseña Biográfica

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Poeta colombiano nacido en Pasto, Nariño, el 19 de septiembre de1887.



El Colegio San Felipe Neri y la Universidad de Nariño son los establecimientos educativos que contribuyen a formar su educación. Durante su trayectoria por el Colegio publica sus versos iniciales en la revista “Oriente” que redactan estudiantes comandados por Javier Santacruz. Cinco años más tarde fundó, en compañía de Nicolás Hurtado, un periódico humorístico llamado: “El Alfiler”. Y al año siguiente redacta los semanarios “El Cabo Simón” y “Pepito Pulga”, en cuyas páginas censura la mala administración de entonces. Eran los primeros veinte años de juventud rebelde, pasional y ambiciosa. Escribe, le canta al paisaje, al amor, al dolor, funda periódicos y convoca a tertulias literarias. Por esto lo persiguen. Pero como las autoridades carecen de pruebas para procesarlo, inventan en su boca una serie de blasfemias. Y lo encarcelan. Entonces el poeta escribe desde el calabozo su poema “En la cárcel”.

Y una mañana de diciembre de 1916 emprende viaje al Ecuador. Días más tarde llega a Cuenca. Allí da a conocer “El camino de la cruz”, y las puertas de la sociedad y la prensa se le abren de par en par. En 1917 compone su hermosa “Canción Lejana”. Y al año siguiente emprende viaje hacia el Perú. En Enero de 1918 llega a Lima y en abril sigue a Chile, donde su inspiración recibiría en jornadas sucesivas, el laurel de vencedores. En 1919, una institución de damas abre un concurso entre los poetas de América, para premiar el mejor canto. Y es el trovador nariñense quien en la noche del 27 de septiembre de aquel año asciende las escalinatas del Teatro Unión Central, de Santiago, para recibir el premio por su poema “El conjuro de Floria"

Con motivo del Día de la Raza, en los Juegos Florales de Ateneo de Aconcagua, un jurado calificador coloca en el pecho del poeta “La Flor Natural”, ganada en batalla dura, con su canto, “La parábola del tiempo”. Aquí está la odisea de su vida. Los sueños, las locuras de juventud, sus vuelos de emociones, las riberas de los mares que lo condujeron al sur, el amor, la riqueza, la gloria, la fama y los placeres.

Un 20 de julio de 1926, Luís Felipe siente como nunca que la patria vibra en su sangre. Y desde la soledad playera de Valparaíso, lanza el eco de su voz en los picos de las golondrinas mensajeras. Escribe “Zarza roja” que es un engranaje de lágrimas que brotan del hijo ausente.

En Chile permanece 11 años. Pero a la pureza de la ilusión le llega también su tarde triste. El trovador desdobla su vida entre jugosos placeres, ríe de ella y la espera en la madrugada de los viñedos. La vida le acepta el desafío, se le enfrenta con su máscara trágica, le hunde sus garfios y se entabla en combate. El poeta lucha inútilmente. Ella sale victoriosa y como trofeo de la ganancia le arranca los pies. Tres operaciones dolorosas en Chile y una posterior en Pasto dan como resultado la amputación de ambas piernas. Sin embargo, el poeta no desmaya. El dolor antes que deprimirlo lo fortalece.

En 1929 regresa a Pasto. La Asamblea de Nariño lo declara hijo dilecto y el Concejo Municipal lo condecora con Medalla de Oro.

Después dirige la Biblioteca de Nariño, lleva la vocería en una curul el Concejo de Pasto, y escribe para periódicos y revistas sus poemas eternos, hasta cuando la muerte lo arrebate para conducirlo definitivamente al trono de la historia.

Ya en el atardecer de su vida, el poeta presiente la voz de Dios. Humildemente se inclina a sus plantas y entre el refugio del balcón a cuya sombra nos hallamos, pide el manto de la misericordia celestial. Así lo deja entrever en su “Oración a Jesucristo”.

Y en la tarde del 17 de enero de 1944, cuando el reloj marcaba las dos y treinta y ocho, el poeta, el escritor, el compositor de versos, el declamador, el hombre de la pluma, el trovador, el bardo, el ruiseñor cantor del Sur, el indeclinable Luís Felipe De la Rosa Santacruz, dejaba este mundo, emprendía su camino por la ruta sin retorno pronunciando sus últimas palabras: “Un poema sin fin, de despedida…”.